‘Heartstopper’: las claves de la serie más necesaria de Netflix

Chavales con un pie dentro y otro fuera del armario, 'angst' adolescente y la promesa de un amor más grande, más auténtico, más puro… como solo puede serlo el primer amor. ‘Heartstopper’, una serie británica llena de ternura basada en el cómic de Alice Oseman, se estrenó el 22 de abril en Netflix y ya ha conquistado al público de todas las edades.

Nick y Charlie, protagonistas de la serie 'Heartstopper', la serie romántica que arrasa en Netflix
Nick y Charlie, protagonistas de la serie 'Heartstopper', la serie romántica que arrasa en Netflix / Netflix

Aquí va la premisa de la serie 'Heartstopper': Charlie (Joe Locke) tiene 14 años, acaba de salir del armario y lucha por llevar la cabeza muy alta a pesar del bullying que sufre. Tiene un buen grupo de amigos: Yasmin, Tao, Isaac… Incluso una especie de novio secreto, Ben (Sebastian Croft), que se ve con él en privado y le hace la vida imposible en público.

Charlie, con más heridas de lo que quiere reconocer, sufre cuando Ben se echa una novia. Y entonces el destino hace que se siente al lado de Nick (Kit Connor), la estrella del equipo de rugby. Algo despierta entre los dos: es el susto del primer amor.

Si series como 'Euphoria' y 'Élite' retratan el lado más oscuro y sórdido de los adolescentes, 'Heartstopper', basado en la novela gráfica homónima de la británica Alice Oseman, dibuja toda la pasión y la luz de la que son capaces. Y todo a través de la crónica de una relación, la de Nick y Charlie, que empieza tímidamente y va forjándose poco a poco, a lo largo de ocho episodios llenos de tensión sexual ¿resuelta? Habrá que verla para descubrirlo.

'Heartstopper' tiene las dosis justas de drama y comedia para hacernos reír y llorar, personajes bien dibujados y mejor interpretados por un elenco fresco y casi sin experiencia (bueno, Sebastian Croft encarnó a un jovencísimo Ned Stark en 'Juego de tronos' y a Kit Connor lo hemos visto en 'Rocket man', pero poco más), guiños a la estética de cómic... y, sobre todo, un sentimentalismo medido al milímetro, que nos tiene al borde de las lágrimas en cada escena tierna sin caer en la ñoñería o lo empalagoso. Bonus track: sale Olivia Colman encarnando a uno de los pocos adultos de la serie y, si la ves en versión original, escucharás la voz de Stephen Fry interpretando al director del instituto.

'Heartstopper' funciona porque es una historia del primer amor, un relato universal que captura corazones de cualquier edad. Y, como tantas otras historias de amores de instituto ('Gente normal', por ejemplo), conquista a su público a través de los pequeños detalles: esas manos a punto de tocarse de las que brotan chispas. Esa mirada dubitativa de Charlie, que no sabe ni siquiera si a Nick podrían gustarle los chicos, ese beso bajo la lluvia, esa relación que se va cocinando a fuego lento a base de descubrimientos y afinidades compartidas y que cambia para siempre la forma en que Charlie, más herido por sus experiencias pasadas de lo que cree, se mira a sí mismo.

La respuesta del público ha sido inmediata: las redes sociales se han vuelto locas de amor por Charlie y (sobre todo) por Nick, el chico fuerte y sensible que lo da todo en su primer amor y que ya había conquistado a los lectores del webcómic (después editado en papel) de Oseman (autora, por cierto, que se identifica como arromántica asexual). Pero que su luz no nos impida ver a todos los secundarios de la serie; atención al creciente número de fans de Isaac, el amigo-espectador de Charlie (hay hasta un listado de los libros que le vemos leer a lo largo de la serie).

Lo cierto es que 'Heartstopper' rompe varias reglas de la ficción adolescente, todas para bien. La primera ruptura, y la más obvia, es colocar en el centro un romance homosexual y hacerlo de forma optimista y positiva (algo que, a estas alturas, no debería ser tan raro y, sin embargo, lo es). La segunda ruptura, muy relacionada con esta, es que al contrario que la ya mencionada 'Élite' (o incluso la mucho más sentimental 'Sex education'), esta serie no contiene alcohol, sexo, drogas ni palabrotas. Ni siquiera hay hermanos mayores fastidiosos o grandes broncas con los padres. Esto va en contra de una de las reglas básicas de la ficción para adolescentes: no negar la existencia de estos elementos en la realidad teen.

¿Puritanismo? Tal vez, más bien, una herramienta para aportar más luz a una historia con personajes homosexuales, bisexuales y transgénero, demasiado a menudo asociados en la ficción a los ambientes sórdidos y noctámbulos. El primer amor, parece querer decirnos ‘Heartstopper’, es un rayo de luz que debe vivirse con candor y ante todos los públicos. De hecho, todo el universo 'Heartstopper' es rico en amabilidad, escucha activa y empatía. Puede que esté teñido por un ligero filtro rosa, pero aborda temas difíciles como el bullying, la diversidad sexual, la salud mental o los trastornos alimentarios y después de series-trauma como 'Por 13 razones' o 'Euphoria', igual nos hacía falta un universo teen así.

Los creadores han anunciado que planean tres temporadas más. Teniendo en cuenta la rapidez con la que ha devorado la audiencia los ocho capítulos de esta primera entrega, pocas nos parecen.

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