El vestido rosa chicle con el que Kendall Jenner te recuerda que las plumas ya no son cosa del pasado

En un acto en Sydney. 

Kendall Jenner en la inauguración de un hotel en Nueva York
Kendall Jenner en la inauguración de un hotel en Nueva York / Dimitrios Kambouris

Kendall Jenner está en Australia, concretamente en Sydney, donde ha sido la embajadora de lujo de la apertura de una tienda de la firma de joyas mítica Tiffany & Co., acto para el que sacó toda la artillería pesada de su armario, siendo fiel a su estilo sexi y con gusto por las últimas tendencias.

La norteamericana escogió concretamente un diseño superllamativo diseñado por Ingie Paris para su última colección para la primavera actual.

Pero no es el color lo que llama la atención del vestido, ni tampoco su escote asimétrico -aunque no se aprecie en las fotos muy bien, tiene un tirante- o el largo minifaldero, detalles que quedan en segundo plano por la abundancia en el mismo de otros giros estéticos más atrevidos y originales, como los volantes, presentes en ambas mangas, y sobre todo las plumas, el detalle que parecía encerrado en otra época y que por fin ha sido recuperado para el presente por las grandes firmas de moda.

El modelo, fabricado en tafetán de seda, debe gran parte de su personalidad al enorme adorno de plumas en forma de banda horizontal que cubría buena parte de la parte superior del mismo, de un extremo a otro del cuerpo de la modelo, incluyendo las mangas.

No es casualidad la presencia de las plumas, ya que como antes avisábamos, son el detalle más trendy del momento para la temporada estival. Las grandes firmas las han sacado del ostracismo, de manera que este verano vas a verlas en todo tipo de prendas, desde vestidos como el que portado Kendall Jenner a complementos como las sandalias.

Tan pomposo resulta el vestido de la firma francesa, una especie de reinterpretación vanguardista de la moda gala del siglo XVIII, con aquellos vestidos de gusto barroco, que la top model decidió concederle con acierto una dosis enorme de protagonismo, complementándolo simplemente con unos zapatos de salón blancos lisos y, eso sí, una preciosa selección de joyas formada principalmente por un anillo y, sobre todo, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el tipo de acto que era, un collar decorado con mariposas en los mismos tonos rosados que el vestido y que el color con el que se pintó sus labios.

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