No te olvides del exfoliante

Al exfoliar la piel conseguimos eliminar células muertas y limpiamos los poros en profundidad. Además, después de este paso, la piel se encuentra mucho más receptiva para absorber los productos que apliquemos a continuación.

La regularidad con la que debemos realizar las exfoliaciones dependerá de nuestro tipo de piel y del estado de la misma. Lo normal sería una vez a la semana pero, las pieles grasas, con poros abiertos o con tendencia a los puntos negros pueden realizarla hasta tres veces por semana. Cuando no deberíamos exfoliar la piel es cuando se encuentre irritada o sensible, por ejemplo, tras la exposición solar o cuando haya granitos rojos.

A la hora de realizar este cuidado, tenemos que usar un producto específico para la zona en cuestión, ya que, el rostro necesitará de partículas más finas que las que aplicaremos en el resto del cuerpo. Siempre hay que dar un suave masaje haciendo movimientos circulares e incidir más en aquellas zonas más rugosas o en las que se acumula más la suciedad.

Es ideal aprovechar el momento de antes de ir a la cama para exfoliarnos ya que, las cremas que aplicamos por la noche suelen tener más concentrado de activos y es en este momento del día cuando la piel más se regenera. Este ritual nocturno también nos servirá como “momento spa” para disfrutar de un sueño reparador.

Los buenos resultados están asegurados, vence la pereza y luce una piel radiante.